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Maria Pergay
Maria Pergay. Diseñadora, «trabajadora de ideas«, de muebles de acero.
Maria Pergay (1930, Rumanía) de padres rusos -su nombre real es María Alexandrovna Kachnitskaya– emigró a París con su familia con tan sólo siete años. El apellido Pergay lo adoptó ya de adulta al casarse con Marc Pergay.
En 1947 se inscribió en el Instituto Francés de Estudios Cinematograficos, donde estudió confección y escenografía, una época en la que además frecuentó la Academia del escultor ruso Ossip Zadkine, de quien probablemente aprendió el poder sugestivo de las formas.
Nacida con una sensibilidad innata al lujo, los muebles y objetos que diseñó, y que todavía diseña, completaron las fantasías surreales de su época, lejos de las normas estandarizadas.
Pero a Maria Pergay no le gusta el término diseñador y prefiere llamarse a sí misma una trabajadora de ideas.
Como madre de cuatro hijos, sin una preparación formal específica para el diseño de muebles, ni tampoco apoyo externo, Pergay persiguió sus instintos creativos trabajando relativamente sola.
Su carrera artística comenzó por casualidad, en el año 1954, cuando una amiga le pidió que diseñase objetos (elementos metálicos ornamentales) para el escaparate de una tienda parisina de Alta Costura.
Pergay colocó unos inmensos pájaros de hierro y el éxito fue rotundo, siendo el principio de su meteórica carrera.
Cuando Maria Pergay comenzó con sus creaciones, el Movimiento Moderno francés de posguerra estaba en pleno auge intentando satisfacer los requisitos consumistas de la urbanización apremiante.
Las ideas de lo que al final se convirtió en un estilo internacional, centradas en gran medida en la funcionalidad, dominaron todos los campos con un espíritu utópico que impregnaba a la sociedad en su conjunto.
En medio de esa vorágine racionalista, cuando la decoración clásica había sido relegada al pasado, los primeros diseños de Maria Pergay cobraron vida.
María Pergay nunca ha pertenecido a un movimiento concreto de diseño, o a un grupo de diseñadores, ya que su obra se complace y desarrolla en el marco de su propia imaginación.
A partir de una gran variedad de fuentes: la antigüedad, el arte japonés y lo que le provoca la naturaleza innata de sus materiales, conjuró una voz tan individual que muchas de sus piezas no serían reconocidas hasta años después de su creación.
Al igual que Eileen Gray, cuyo talento también fue olvidado y descuidado durante un tiempo debido a su género, Pergay creó y crea para su propio placer con el fin de exhibir y vender a una clientela minoritaria.
El uso de materiales pulidos y brillantes por parte de Pergay no solo se convirtió en su marca registrada, sino que también cambió la apariencia de la decoración francesa en los años 70, donde el diseño de muebles seguía siendo un campo dominado por los hombres que relegaban a las mujeres a un tipo de decoración convencional y trillada.
Con una creatividad que explosionaba, comenzó a finales de los años 50 a experimentar con plata y pronto produjo una colección completa -por encargo- de piezas contemporáneas a pequeña escala, como abrecartas, candelabros, champañeras… que producía para casas de lujo como Hermès y Christian Dior.
La singularidad de los objetos de plata que diseñó funcionarían como un catalizador para sus trabajos futuros dictando el camino de su tendencia vital que desafiaba las tendencias de su época trabajando fuera de los límites de lo masivamente aceptado.
Cuando Maria Pergay comenzó en 1967 sus propuestas con el acero inoxidable -tan común en la actualidad por ejemplo en todos los electrodomésticos que nos rodean- resultó una alternativa estética muy poco ortodoxa.
Pero su vida cambió del día a la noche cuando recibió una proposición de Uginox, el principal fabricante de acero francés, para que experimentara con su material, lo que generó la posibilidad de diseñar formas más grandes.
Emocionada por las nuevas posibilidades a una mayor escala, el primer mueble de acero inoxidable de Pergay fue la daybed «Lit Tapis Volant / Flying Carpet» (1967), una forma curvilínea que sería presentada al mundo por la voluptuosa actriz Brigitte Bardot, que fue fotografiada en la cama durante una filmación.
Pergay siguió sus investigaciones con la silla «Ring» o «Anneaux» (silla de anillo), un asiento hecho de tres círculos concéntricos de acero inoxidable doblado (1968), que ha sido su tarjeta de presentación desde entonces.
Estos muebles se exhibieron por primera vez en 1968 en la Galerie Maison et Jardin de París, justo un año después de su primera incursión con el acero, demostrando que sus piezas están más cercas a la escultura que al diseño.
Sus líneas sinuosas y el tratamiento lujoso de un material, hasta ese momento tratado de manera industrial, produjo una enorme sensación y toda la exposición fue adquirida en la noche de su inauguración por el diseñador de moda Pierre Cardin.
Tras el éxito de la exposición, Pergay continuó diseñando en acero y también tomó comisiones privadas para piezas de muebles a medida y diseños de interiores para clientes ricos en Europa.
Pero a medida que la decadencia de los años 70 comenzó a ceder y otras estéticas se imponían, Pergay buscó nuevos clientes en Medio Oriente, se mudó a Arabia Saudita en 1977 y trabajó en comisiones internas para la familia real durante los siguientes ocho años.
En 2004, Pergay regresó a sus raíces de acero inoxidable, diseñando una colección de muebles que se exhibió en las galerías Lehmann Maupin y Demisch Danant, en 542 West 22nd Street (11th Avenue) Chelsea (Nueva York).
Desde entonces los galeristas le persiguen y su obra es codiciada por los grandes coleccionistas.
Más recientemente, en 2013, Pergay colaboró con Fendi en una nueva colección de muebles para la serie Fendi Casa Icons.
La colaboración de Pergay con esta casa de moda italiana incluyó una silla ornamentada llamada Chaise «Lion«, que combinaba de manera estridente el estampado de leopardo con su amado acero inoxidable.
«En general, todo el mundo tiene una pizca de poesía dentro. No todos pueden ver eso, y ese es el desafío: encender la luz interior«.
En el libro «Maria Pergay: Entre las ideas y el diseño«, la diseñadora le reconoció a la galerista Suzanne Demisch que “El cobre es demasiado frágil, el aluminio demasiado ligero, el oro demasiado simbólico, la plata muy débil, el bronce está pasado de moda y el platino es inaccesible. . . . Nada es más bello que el acero”.
Gran parte de la carrera de Pergay se ha dedicado al tratamiento del acero inoxidable como un material precioso. Su «Meuble Nacre» (gabinete de nácar) combinó acero, nácar incrustado, sicomoro teñido y una borla de seda, y se produjo en una edición limitada de ocho.
El canapé «Tortue» (Sofá Tortuga) de 1977 es una pieza personalizada encargada por el diseñador Pierre Cardin, en el que la mitad superior del sofá -de conchas de tortuga- se abre y cierra para revelar un cojín de cuero marrón para tumbarse.
Cuando se le pregunta se niega a ser designada únicamente como artista, diseñadora o decoradora, pero se describe a sí misma como una «sirvienta de sus propios impulsos creativos, particularmente como una captadora de ideas«.
Además, tampoco trabaja con una agenda artística calculada ni se ciñe a la demanda de producir utilizando un tema para sus diseños, o a un período de tiempo concreto, más bien ella va creando a medida que sus ideas surgen, sin horario ni estructura.
Pergay trabaja a grandes rasgos concentrándose en la fisicalidad de las ideas más que en los detalles. Habiendo sido pionera en el uso del acero inoxidable en los muebles, ella ha desafiado constantemente las limitaciones inherentes de éste material.
Introduce y revisa en sus creaciones diferentes materiales y motivos, no con el fin de repetirse, sino como una manifestación de su vocabulario creativo.
«Me gusta el acero porque no perdona nada, si cometes un error no hay gracia posible, pero si todo va bien es perfecto y afortunadamente yo siempre sé lo que quiero«.
«Nunca modifico ni re-dibujo, cuando cojo el lápiz si algo no funciona desde el primer momento, lo dejo, radicalmente”, dice con convencimiento a Casilda Serrano de la revista AD en 2017.
Anteriormente, Maria Pergay reconoció al periódico New York Times en 2010 que «todos tenemos miedo del acero inoxidable, pero tenemos un vínculo: hay algo muy profundo entre el acero inoxidable y yo«.
«Este material que se ve tan fuerte, duro y frío es dulce y no es nítido, y combina con todo. Es un buen contraste para los colores y otros materiales”.
La fuerza es muy importante en su trabajo. De hecho, Pergay demuestra que estas piezas pueden ser cómodas, suaves y familiares dentro del hogar.
«No me gusta la palabra mueble. La gente no necesita que mis piezas sean muebles, que se usen como un lugar para poner platos o mantas o lo que sea… Son una expresión de algo extraño ¿…tal vez que vino de Marte, o la luna?«.
Su entusiasmo es innegable y su creatividad imparable. Con más de setenta obras nuevas ejecutadas durante los últimos diez años, Pergay, sigue trabajando más duro que nunca.
De esta manera, Pergay ha mantenido una carrera larga y diversa trabajando con entusiasmo incluso hasta hoy en día.
Galería Demisch Danant (pág. web).
Galería David Gill (pág. web).
Fuente (AD).
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