La decoración de salones en casas antiguas es una intervención que hay que sopesar.

Para la decoración de salones en casas antiguas hay que medir y estudiar que acciones realizar antes de entrar a intervenir precipitadamente.

Muchas veces también da miedo o respeto actuar con un proyecto de reforma o decoración en depende qué casas y en depende que circunstancias.

Esto suele ocurrir cuando se tiene una casa de más de cien años -o incluso de mediados del siglo pasado- con molduras en el techo y/o con puertas y detalles que uno quiere conservar.

Elementos que son bonitos o reflejan una manera de hacer y trabajar que hoy en día ya se ha perdido o sería muy caro volver a fabricar.

Decoración de salones, pasillos, dormitorios….. siempre que hay un elemento singular hay que extremar el cuidado.

En cualquier lugar de la casa puede haber una parte o un rincón que por nada del mundo querríamos que se perdiera en una reforma.

Reforma que puede resultar invasiva o perjudicar la estética secular que con tanto mimo intentamos preservar o recuperar.

Acometer una obra dentro de casa, sea de reforma integral o de interiorismo, siempre es una tarea delicada que hay que dejar en manos de profesionales.

Restaurar y conservar partes que sean consideradas valiosas y que incrementan el valor o el resultado final del proyecto es casi una obligación.

Si queremos maximizar las posibilidades de la estancia o de la vivienda y conseguir la mayor satisfacción de nuestros clientes es algo que siempre hay que tener presente.

Decoración de salones con zócalo de madera y chimenea francesa

Aun así, en la decoración de salones conservar y preservar no significa quedarse estancado en una estética decimonónica que no tiene sentido ni encaja en la vida contemporánea del nuevo milenio.

En la decoración de salones con toques pretéritos puede resultar tentador en algunas circunstancias falsear los motivos o elementos de esa época pasada, pero el cartón piedra no es un ejercicio de estilo sincero y además tampoco es práctico; a menos que queramos vivir a destiempo de la época que nos ha tocado vivir.

Un proyecto de interiorismo inteligente y acertado sabe sacar partido de lo que hay que mantener y también sabe prescindir de lo que sobra o lo que no aporta nada.

Un proyecto brillante imbrica y adapta lo pasado con el presente, e inevitablemente con el futuro de manera natural, coherente y armoniosa.

Aquí se ha conservado, como no podía ser de otra manera, la hermosa chimenea francesa y el zócalo de madera que recorre las paredes porque dan a la habitación un carácter único.

Lo que ayuda enormemente a dar personalidad a la estancia a poco que se intervenga.

Decoración de salones efectistas, pero muy acogedores

En la chimenea y los paneles de madera a modo de zócalo se ha optado por cambiar el tono blanco puro, que deslumbra en exceso, a otro tono como de yeso húmedo.

Este cambio sutil de tonalidad potencia los claroscuros y ayuda, en una estancia donde los blancos tienen tanto protagonismo, a una prudente teatralidad.

Así también sobre su frontal se ha revestido la pared con un panel de tiras de piedra casi negra que se entrecruzan a modo de filigrana geométrica.

Sobre esta trama un pequeño espejo redondo de la marca de ropa Diesel, que también ha hecho recientemente sus incursiones en el mundo del diseño de mobiliario, abre una ventanita de profundidad como de ojo de buey.

Hay tres piezas en esta estancia que dan mucha intensidad de color y otras tres que dan una gran intensidad en los volúmenes.

En el color destaca la alfombra Tufted Pixel con tonos muy vivos como de carta de color y con forma de escamas.

Con ese estallido de color tenemos también el sofá Glider del diseñador israelí Ron Arad para la Editora italiana Moroso -muy contundente así mismo con su forma tubular gigante- y la butaca de color verde intenso de Alfredo Habërly, para la misma editora.

En los volúmenes rotundos y barrocos sobresale la lámpara Arnolfini de Studio Job para Venini, en cristal de Murano, un ejercicio de diseño actual enraizado en la tradición.

El cabinet del diseñador holandés Piet Hein Eek, muy conocido en el mundo del diseño por construir muebles a base de reciclar -madera, cristal, tuberías de desecho, etc.- que recuerda a las antiguas estufas de porcelana de muchos palacios del centro y del este de Europa.

Y la escultura para ser colgada en la pared -del artista español David Rodríguez Caballero– que rememora una elegante mantarraya metálica de cobre, abstracta y depurada, flanqueada a ambos lados por los dos apliques, también de cobre, del joven diseñador Lucas Muñoz Muñoz.

Hay también otras piezas que, más discretas y de líneas tubulares sencillas, completan y equilibran todo la puesta en escena gracias a que hablan en un tono más bajo.

Esto es así con la serie de mesitas Conduit de Jorg Schellmann y la pequeña y ligera estantería de pie Maisonette Careof de Simone Simonelli.

Al final se ha logrado un proyecto potente no apto para tímidos, pero que respeta y cuida la herencia de la casa a la vez que la sitúa en el contexto de la época que estamos viviendo.